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Local de exposiciones de la Bienal Iberoamericana


















Local de exposiciones de la Bienal Latinoamericana



















Sede OIT - Borasino.Alvarado Arqs.
Premio Exágono de Oro 2004


















Casa EQUIS - Crousse-Barclay Arqs.
Mención honrosa Bienal Iberoamericana

















Casa EQUIS

















Casa EQUIS


















Casa EQUIS


Por: Arq. José Beingolea Del Carpio


El morado mes limeño, a más de apoteósica procesión, aroma y sabor a turrón así como encendidos colores de feria taurina, nos trae a veces la Bienal de Arquitectura. Pero esta vez como si de milagro de octubre se tratara, nos trajo ¡dos Bienales!: la Peruana y la Iberoamericana.
Auspiciadas ambas por nuestro austero Colegio de Arquitectos, contando para el segundo caso con la iniciativa y financiación -entre otras instituciones españolas-de la Junta de Andalucía y la organización -promovida por el CAP-, de la Universidad Ricardo Palma.

Extraordinaria oportunidad para participar -en tiempo real- del fallo final del Jurado del evento Iberoamericano que ha logrado un vertiginoso éxito cultural y mediático a nivel regional, algo que con mucho mayor empeño, tiempo e inversión no ha logrado la propia Bienal de Quito, a pesar de su proyección Panamericana.

En nuestra XI Bienal, estuvieron bien la sala de exposiciones y el diseño gráfico de la muestra. Su concepción y organización -persistentemente provinciana, ineficiente y prejuiciosa-, hace buen tiempo refleja su incapacidad para convocar, representar, estimular y difundir la realizaciones -individuales y colectivas- en pro del desarrollo del país.

Como en otros periodos de la arquitectura hispanoamericana, las influyentes corrientes de prestigio y dominio internacional, continúan calando en ella. Hoy le tocó turno al minimalismo que tuvo una respetable mayoría, aunque no absoluta, prueba de ello el proyecto premiado: la sede Universitaria diseñada por Cruz Ovalle en los alrededores de Santiago de Chile, un ejemplar cuyos parientes más cercanos son el neo expresionismo alemán, y en particular la imaginería de Fehling y Gögel.

Pero una representación por países, también permite la identificación de las variantes cada vez más evidentes en los escenarios iberoamericanos. Para empezar, descontemos España -que idioma aparte- marca sus distancias por su distinto estándar productivo, recordemos que se trata de una de las arquitecturas más consistentes del escenario contemporáneo. La selección de su representación por ejemplo, no trajo ni lo mejor ni a los mejores, privilegió el espacio público y la Vivienda colectiva -el tema central de esta edición-, se trató de una selección ad hoc.

Por lo demás, en la vivienda colectiva sea desde el punto de vista social como técnico, económico, arquitectónico y urbanístico la experiencia española ha sido vasta y rica, y tiene mucho que mostrar. La "lluvia" de paneles colgados del techo y las paredes de la sala posterior de exposiciones, resultaron a la postre -más allá de la intención de los curadores-, la metáfora de esa realidad.

Con el espacio público ocurrió algo similar, pues los dos ejemplos presentados testimoniaron la calidad y envergadura de las intervenciones que tienen buena tradición en la iberia post-franquista.

De 74 proyectos arquitectónicos presentados, 21 fueron viviendas unifamiliares, 11 de ellas de playa. Un tercio categórico y aunque no satisfaga, no cabe duda que representa nuestra arquitectura institucionalizada actual, expresión de una sociedad confinadao a la esfera de lo privado, habida cuenta de la patente destrucción y disolución institucional.

En una sociedad fracturada, excluyente y asimétrica, la a veces pretenciosa vivienda singular es el habitual "territorio liberado", fértil para los mejores empeños, estímulos, y también para la evasión; es el espacio para la autobiografía, el diseño y la construcción a la medida.
En el Perù tercerizado actual, sólo el bussines de la arquitectura privada comercial pudo haber exhibido sus ejemplares, pero en ese nicho, el diseño o es un lujo prescindible -para los sectores decadentes de la informalidad y el empresariado mercantilista-, o es un efectivo instrumento de posicionamiento -para el sector identificado con el diseño corporativo- de la empresa en el mercado globalizado, pero como en otras, en esta Categoría de la Bienal se evidenció un marcado ausentismo. A pesar que de esto había mucho que mostrar y evaluar.

Al respecto me parece significativo comentar el agresivo diseño corporativo que exhiben las empresas chilenas asentadas en nuestro país. Utilizan insistentemente los colores rojo, azul y blanco; algunas de ellas, la estrella, todos ellos componentes de su bandera. Hay una especial preocupación en cuanto a su emplazamiento urbano -esquinas, focos de perspectivas o recostadas a concurridos equipamientos-. Sus almacenes de consumo doméstico -comidas, ropa, electrodomésticos y ahora ferreteriía-, actúan "en pared", en dupla, emplazándose en estratégicos puntos de la ciudad, copando y sofocando los espacios públicos a través de publicidad visual también en los mass media, total, los altos costos en publicida, no son problema, pues son inversión, al fin y al cabo la paga el propio consumidor. Por último, para el latente antichilenismo también tiene hay estrategia: han adoptado el estribillo de ser "orgullosamente peruanos".

Hay pues mucho mucho que comentar y aprender sobre diseño corporativo, sin embargo la escasa convocatoria y la pobrísma programación de la Bienal no permite procesar ni evaluar valiosas experiencias . Esa escasa convocatoria queda confirmada por los pocos proyectos seleccionados en la Categoría de Arquitectura para la industria y el comercio, así como para la arquitectura de Interiores, que contrariamente, tienen cada verz mayor cobertura en la prensa comercial. Basta ver el éxito de CASA COR y el vuelco que ha dado la página especializada (¿comercializada?) de "El Comercio" y en algunas ediciones de ARKINKA. Que parte de esas realizaciones no están hechas por arquitectos, es parte de lo que debe merecer más de una reflexión y respuestas.

Lo ocurrido en la Categoría de Restauración no es diferente. Ausencias como las intervenciones en los Tambos de Arequipa, la rehabilitación de viviendas en una manzana del Cuzco, la reconstrucción del Colegio Ex 41 de Piura, etc. son lamentables, empobrecen nuestro conocimiento y a la postre hacen relativos los resultados.

En cuanto a lo presentado por las otras delegaciones, resulta interesante la representación colombiana, que prescindió deliberadamente de su arquitectura de ladrillo y de los nombres reconocidos. La calidad de la Capilla Porciúncula de La Milagrosa (Daniel Bonilla) que obtuvo una mención fue lo mejor: su estrategia contextual, su concepción programática, formal y tecnológica resultaron bastante convincentes.

Lo de Brasil fue redundante, una selección inapropiada para la ocasión, desbalanceada y con algunos lugares comunes: su monumentalismo y estructuralismo sofocante y estéril.

De Portugal, óptimo el proyecto de Fernando Távora., una inserción sincera, sensible e inteligente.

Lo de Chile fue una selección variada y equilibrada, que combinó lo público y lo privado, lo urbano y lo semirural, lo sacro y lo profano, lo pintoresco y lo sublime, lo artesanal y lo industrial, los noveles y los consagrados. El ganador absoluto representaba bastante bien a éstos últimos.

Queda pues la lección que la Iberoamericana -por lo ya variado de su composición-, no es una competencia donde hay que llevar lo mejor, hace falta un tamiz que ponga en contexto la elección, permitiendo competir con las mejores fortalezas locales y no con aquellas que se "venden" en el mercado globalizado, por esa razón los proyectos minimalistas más ortodoxos -léase, más internacionalizados-, se anularon entre sí.

Oscar Borasino y Ruth Alvarado comparten existencias y arquitecturas hace algunos años. Vínculo prolífico que ha encendido su producción individual y ha dado a la luz algunas buenas obras realizadas en dupla.

Ella, dedicada casi exclusivamente al ámbito de la arquitectura doméstica, ha ido decantando su lenguaje, apostando por el cambio y la búsqueda sincera de pertinencia, ha incluido selectivamente la imaginería de Barragán primero, luego Siza y la sensibilidad expresiva del minimalismo, confrontándose en cada ocasión con el contexto.

El, profundo y concentrado en su mirada como en sus diseños, obtuvo con José Antonio Vallarino el máximo premio en la VIII Bienal (1992). Labró su oficio en las canteras de CGN arquitectos, pulió su lenguaje en el espacio amical-profesional compartido con Guillermo Málaga, una suerte de hermano mayor con quien también ha proyectado. Su encuentro con Ruth estaba ya abonado por su actitud y capacidad positivas para actuar en grupo con la misma ambición de coherencia y superación individual.

Sus diseños -ya desde las aulas universitarias- impregnados de una geometría ajena al cartesianismo mecanicista, con el tiempo encontrarían felices aliados en el primer Venturi, Barragán, Siza, y más recientemente, en Zumthor, Herzog y De Meuron. De ahí su sesgo minimalista en los proyectos presentados en esta Bienal: la restauración-ampliación de la casa en "Los Cóndores", la Clínica San Felipe y, en cierta medida, el proyecto ganador: la sede de la Organización Internacional del Trabajo, que la verdad sea dicha, no constituye en ninguno de los dos arquitectos, lo mejor de su cosecha.

La preocupación por el contexto se hace patente en el proyecto. La incertidumbre -o peor aún- el pronóstico reservado sobre el futuro del entorno indujeron sin duda en la opción final: una expresión exterior parca y un desarrollo volcado mas bien hacia el interior, con un programa singular no se explicado en la memoria del proyecto.

Todo eso ha dado como resultado un edificio hermético en su actitud frente al entorno, incluyendo obviamente la selección de los acabados. Se diría que en la sede de la OIT, Borasino-Alvarado exhiben un excelente oficio para dotarla de carácter institucional, pero debe agregarse a renglón seguido que traspusieron un límite, pues hay una sobredosis de solemnidad. Buena parte de ese exceso tiene que ver con la "voluntad de la forma" que han querido -apriorísticamente- exhibir: el minimalismo convertido en el estilo de hoy. El entusiasmo con el que se han entregado a él se debe a la empatía por la sobriedad y la abstracción características de su obra precedente.

Como fuera, el concepto y la elección expresiva se han impuesto largamente sobre la realidad y sus complejas e inesperadas manifestaciones.

José Cruz Ovalle -socio de Germán Del Sol-, hace lo que podría llamarse una arquitectura de estilo, que atraviesa contextos y tipos, varía en tecnología y materiales, sin ser inoportuno. Su expresionismo sin embargo puede resultar visualmente extenuante y redundante. Salvando las distancias, como a Ghery, le está prohibido reeditarse, pues corre el riesgo de hacer parodia, como ocurrió con Mario Botta, al contrario de Richard Meier, que con su iglesia en Roma ha superado los efectos del Centro Paul Getty, dando muestras de que su opción estilística todavía da para más. Autor del pabellón de Chile en la EXPO Sevilla de 1992, y más recientemente del Hotel y balneario "Explora" en la Patagonia, el ganador de esta IV Bienal Iberoamericana es uno de los más célebres arquitectos de su país.

Los cuatro proyectos peruanos merecen comentario especial. Tres viviendas de playa y un efímero experimental (restauración-montaje). Una selección desequilibrada, que insistió en el minimalismo y terminó siendo redundante y autoexcluyente, la selección incluyó un inocultable subjetivismo institucionalista.

La mención asignada a la casa Equis (Jean Pierre Crousse y Sandra Barclay) ,justa y consagratoria, su calidad destacó nítidamente entre los proyectos minimalistas. Frente a los demás, una lección que la buena arquitectura no requiere despliegue de dinero, pero sí de argumentos, capacidad y dedicación. Baste recordar las viviendas precedentes que muestran un consistente itinerario proyectual. Esta dupla, sin caer en los lugares comunes, ha demostrado solvencia en la búsqueda de una arquitectura local. La arquitectura minimalista de Ruth Alvarado y Javier Artadi, tenían demasiados buenos competidores y lo de Luis Longhi, conceptualmente interesante, hábil en efímeros, un handicap frente al Jurado que optó por premiar arquitectura "a secas".

La mención a la remodelación del mercado de Santa Ana (México), obra de Duarte-Aznar arquitectos, en realidad más se deben a la calidad del edificio original y a su decisión de ponerla en evidencia. A nuestro entender, hubieron mejores opciones.

En resumidas cuentas, en arquitectura, el premio y las menciones, se repartieron entre obras de estándar internacional-industrial (la Universidad y la remodelación del Mercado) y las de esencia local-artesanal (la casa Equis y la Capilla).

Sin desmerecer la calidad de los invitados a las conferencias programadas, ha vuelto a incurrirse en errores anteriores, desestimando la Bienal como lugar de encuentro, evaluación y debate de lo realizado en los dos últimos años. La disertación de Miguel Cruchaga sobre la "Arquitectura peruana contemporánea" estuvo aislada y demandó otro contexto, formando parte de un programa ambicioso y comprometido. El programa de conferencias debe estar involucrado con la Bienal, no puede ser estructurado fuera de sus fines y objetivos. De lo contrario es un desperdicio.

Finalmente, un aspecto no superado ni enfrentado con la seriedad del caso: no es posible que el más importante evento nacional de arquitectura, no haya institucionalizado un sistema de selección, evaluación y premiación que sea más democrático, justo y coherente.
No ponemos en duda la calidad individual de los Jurados. Lo que decimos es que no existe un sistema adecuadamente organizado que les proporcione el contexto institucional, profesional y cultural (teórico, crítico e histórico) a sus decisiones, que les permita enfrentar con mejores instrumentos la difícil tarea de equilibrar e integrar su visión personal a la de una representación institucional que les es delegada.

El programa de conferencias de la Iberoamericana, fue de lujo, muy buena oportunidad para escuchar por ejemplo a Paulo Mendes da Rocha -el más reconocido arquitecto brasileño en la actualidad-, o a Rogelio Salmona, el maestro de los arquitectos colombianos, a Josep María Montaner, el más exitoso historiador español en Latinoamérica.

Frente al masivo auditorio -que habla bien del éxito económico del evento-, los expositores exhibieron actitudes diversas. Salmona serio y correcto, dijo cosas siempre valiosas, se empeñó por atender a lo mejor del auditorio. Rodolfo Tisnado -sensible como siempre-, se adecuó al auditorio , habló para las mayorías, las entretuvo (¿?) con una ironía que otras veces tiene mejores propósitos. Paulo Mendes da Rocha, no tuvo ocasión para satisfacer justas expectativas. Los demás en lo suyo, sin sobresaltos.

El balance final y de acuerdo a la excelente ocasión debe decirse que las conferencias de la Iberoamericana merecieron un mejor auditorio. Nos referimos tanto a algunas displicencias, como a la pésima acústica y escaso cuidado en el soporte de los equipos.
Sólo queda agregar que la ocasión ha sido excelente, que debe aplaudirse el esfuerzo de instituciones como el CAP y la Universidad Ricardo Palma, que apuestan por actividades de alcance y proyección a las que debemos estar más preparados y acostumbrados, pues permiten confrontarnos, reconocer y procesar nuestra situación. La invocación final es "no vestir un santo desvistiendo otro".

Parafraseando a Venturi diríamos: no se trata de esta -Bienal- o la otra, sino de ésta y la otra. Evitemos el provincialismo y curémonos de complejos. Esas actitudes pudieron convertir estas Bienales en banales.

Lima, 30 de noviembre del 2004


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