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Eduardo Neira Alva












Casa Neira - Exterior


por el Arq. José Beingolea del Carpio



Enero del 2005 ha sido un mes reiterativo en dejarnos la huella de las ausencias eternas. Una que nos tocó conocer más de cerca fue la desaparición de quien fue cariñosamente conocido como “el chuncho” Neira.

Su casa, una de las más interesantes de la modernidad peruana, formaba parte de la selección para la Exposición “Sueño y sincretismo de la casa latinoamericana” a inaugurarse en Caracas este año, en virtud de lo cual debía hacerse el relevamiento arquitectónico y fotográfico correspondiente y una entrevista seguramente vía chat, en vista que Neira residía en Salvador, Bahía.

En ese trámite fui informado de su presencia desde Diciembre del año pasado en Lima y que pensaba quedarse un par de meses, pero un inofensivo resfrío sería el inesperado anuncio de algo más serio que llevaría a esperar un desenlace fatal. Eso ocurriría el 18 de enero de este año. Sentí mucho la noticia y perdí la oportunidad de conocerlo y hablar con él.


Biografía

Realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Ingenieros, formando parte de la promoción que egresó en 1948 y que inició los cambios en la enseñanza de la arquitectura entre 1945-1946, que al año siguiente daría lugar a la Agrupación ”Espacio”, la vanguardia arquitectónica que impulsó la modernización de la arquitectura y el arte en el Perú. Se graduó en 1950.

Sería uno de los miembros activos de la Agrupación que al menos hasta 1951 sostendría su presencia pública, sea a través de “Espacio”, la revista que crearon o en la sección del diario “El Comercio” (1948 -1950).

En 1949, junto a Luis Miró Quesada, trabajaría para la Junta de Obras Públicas del Callao, el conjunto cultural para el puerto. Con Javier Cayo y Santiago Agurto, formaría Agurto-Cayo-Neyra una de las sociedades de mayor presencia entre 1949 y 1960, caracterizada por la correspondencia consecuente entre los principios esgrimidos a través de la Agrupación “Espacio” -en su caso más cercanos al discurso orgánico- y la expresión en su producción proyectual.

La Clínica Mater Admirabilis (1949), casas en los suburbios burgueses de Lima, y el primer premio en los concursos para la Escuela de Medicina de la Universidad San Marcos (1952) y el campus de la Pontificia Universidad Católica (1953) forman parte de sus obras en este periodo.

Entre 1956 y 1957 forma parte de la Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda (CRAV), presidida por Pedro Beltrán.

Realizó su Maestría de Diseño Urbano en Inglaterra. En 1960 es contratado como asesor internacional y reside en Caracas, y a partir de esa fecha su labor fue la de experto internacional, residiendo finalmente en Bahía (Brasil). En los años noventa fue socio fundador del Grupo UR, dedicado al urbanismo, labor que realizó hasta la fecha de su sensible desaparición en Lima el año 2005.


La Casa Neira

Ya en marzo se pudo finalmente ingresar a la casa, fotografiar y verificar la información planimétrica. La experiencia no pudo ser más gratificante, pues las expectativas que se habían tenido al revisar los planos y desde muchos años atrás, la inevitable atracción que ejerció su amable y cálida presencia, fueron superadas por la realidad.

Ubicada en un área plenamente urbana (Av. Schell, Miraflores), la casa despliega una amabilidad y calidez no muy frecuentes. Hay una particular preocupación por la relación con la calle (cerco, desnivel del acceso, estrechez de los vanos y consecuentemente, predominio de los muros), una vocación de diálogo (terrazas, despliegue de planos, transparencias), que atrapa inevitablemente al viandante sensible.

La ocupación del lote considera la existencia de tres espacios libres con identidad y destino propios: al exterior, un atrio de ingreso en desnivel sobre la calle colindando con un patio-terraza, cómoda expansión del comedor, ligeramente hundido y discretamente aislado de la calle; al interior, un intimista jardín-terraza en dos niveles y rodeado por la sala y el dormitorio principal. Finalmente un patio de servicio.

Al interior, sin afectar su eficiencia, la zonificación funcionalista no es mecánica, esquemática, ni previsible; prefiere el comentario y la sorpresa –como en los calibrados y estratégicos vanos abiertos en los muros que propician dinámicas visuales diagonales que capturan fragmentos y efímeros “cuadros” interiores-; la circulación no segregada sino disuelta en el espacio, incluso en la escalera principal que se pierde en los medios niveles con los que se ha animado la casa ha generado a la vez una fluidez espacial diagonal.

El “complejo” desarrollo en el espacio de las áreas de servicio no es menos insólito, resolvía la estrechez del terreno.

El resultado final es un forma asimétrica, cuidadosa del color –en el acabado de muros y la elección de materiales-, la textura y especialmente la escala plenamente amable, como en sus patios sin afán de protagonismo. Hay algo de familiar en su aterrazamiento, en sus vanos breves, en diálogo inteligente con los muros y compuestos con pleno sentido espacial, pictórico e intelectualístico, lejos de todo anecdótico pintoresquismo.

El diseño de la arquitectura interior incluye muebles, luminarias y detalles de gran sentido común y reflejan la concepción de la arquitectura como arte total, bandera esgrimida por la vanguardia arquitectónica que Neira encarnó como parte activa de la Agrupación “Espacio”.

Inequívocamente, se trata de una modernidad plena y como tal, consciente de sí y de su contexto, en los términos de José García Bryce, una “buena arquitectura” y como tal, arquitectura peruana.






Casa Neira - Ingreso








Casa Neira - Interior







Casa Neira - Primera Planta







Casa Neira - Escalera interior







Casa Neira - Interior






Casa Neira - Escalera de servicio

Eduardo Neira en la Agrupación “Espacio”

A la hora de la verdad, en la Agrupación “Espacio” fueron pocos los que dieron la batalla, acaso por su dosis de dogmatismo e intolerancia como algunos han reconocido. Como fuere, Eduardo Neira estuvo entre los activos. A continuación, transcribimos uno de sus artículos.


LOS MONUMENTOS HISTORICOS.

“Los valores arquitectónicos deben ser conservados (edificios aislados o conjuntos”.
“El uso de estilos del pasado, bajo pretextos de estética, en las construcciones nuevas erigidas en las zonas históricas trae consecuencias nefastas. El mantenimiento de tales recursos o la introducción de tales iniciativas no será tolerado bajo ninguna forma”

De la Carta de Atenas.

El VI Congreso Panamericano de Arquitectos, consecuente con la primera conclusión sobre el tema V y en relación con la realización de la Arquitectura Contemporánea en ciudades que encierren monumentos de arquitectura del pasado, recomienda a los gobiernos, a los municipios y a las sociedades de arquitectos:

1. Que se haga una selección y clasificación de los edificios de verdadero valor arquitectónico, los que serán mantenidos y restaurados cuidando de que no se profane su carácter inicial al realizar las restauraciones.

2. Que las nuevas construcciones que se levanten, aún junto a las obras clasificadas como Monumentos Históricos, se realicen dentro del concepto de Arquitectura Contemporánea. Las nuevas construcciones podrán someterse a reglamentación en cuanto se refiere a altura, materiales, colores, líneas de edificación, etc. pero no se justifica que –ni aún so pretexto de guardar armonía- se les adicione elementos normales con reminiscencias de arquitecturas del pasado. Ambas obras arquitectónicas: el monumento histórico y el edificio contemporáneo deberán guardar armonía plástica, pero destacando los valores específicos de cada uno impidiendo así que la confusión entre ellos les haga perder importancia y valor expresivo.

Hay que insistir todavía en que estas verdades sean tomadas en consideración, pues de nada ha servido entre nosotros que la Carta de Atenas las enunciara y que el VI Congreso Panamericano de Arquitectos, que se reunió el año pasado en Lima, se pusiera de acuerdo sobre el discutido problema de las zonas históricas.

Disposiciones terminantes prescriben para muchas de las ciudades de nuestro territorio, el uso de determinados estilos en las nuevas construcciones se persigue con estas medidas “conservar” el sabor local de las ciudades que guardan monumentos históricos de valor arquitectónico.

Estamos de acuerdo en cuanto a la necesidad de salvaguardar nuestro patrimonio histórico. El Perú encierra tesoros artísticos de incalculable valor por los que es preciso velar; pero estamos seguros de que la mejor manera de conservar la obra de Arte auténtica, no consiste precisamente en rodearla de copias de las formas del pasado. La discrepancia entre nuestro pensamiento y el que informa las disposiciones que aludimos está, en la diferente interpretación que damos, nosotros y ellos a la tradición.
En Arquitectura los contactos con el suelo, las costumbres y los materiales son elementos siempre presentes, como se trata de elementos en continuo estado de cambio, estos determinan lógicamente un estado de evolución en Arquitectura, la tradición consiste a nuestro modo de ver, en mantener en la obra contemporánea el mismo espíritu de verdad que inspiró las buenas obras de arquitectura antigua y estas siempre han sido consecuentes con este principio: veamos el caso de la catedral gótica de Amiens, donde las dos torres son diferentes una de la otra, porque los arquitectos de la segunda estaban separados de sus antecesores por un lapso de tiempo (aquella vez muy dilatado) que permitió un cambio suficiente para diferenciarlos; sinceros como verdaderos artistas que eran, supieron subordinar la simple apariencia de las formas al imperativo de su conciencia y a nuestros ojos Amiens toma el sentido de belleza que da directamente el sentimiento de la verdad.
Por otra parte piensa solamente en la concordancia elemental que da el uso de las mismas formas, en la armonía primaria y falta de interés que resulta de la imitación de motivos, se olvida que lejos de estar conservando, se está rabajando lo que se tiene por verdadero. Y no siempre es verdadero todo lo que se quiere conservar, muchas veces es suficiente que una cosa sea antigua para que se le considere un valor artístico.

Hay un ejemplo que nos viene de más cerca y está en nuestro tiempo. Ouro Preto, es la ciudad que encarna la tradición artística e histórica del Brasil, están allí los tesoros mas queridos de su arquitectura colonial y su suelo está ilustrado por el apso de los acontecimientos más trascendentales de su historia. El Aleijandinho y Tiradentes han dejado la marca de su paso por esa bella ciudad, antigua capital del estado de Minas Gerais; sin embargo aquí el SPHAN (Servicio del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, aprobó y recomendó la construcción del Hotel de Oscar Niemeyer y de una Iglesia Metodista, proyecto de los arquitectos José Reis y Rocha Miranda, ambas expresiones de arquitectura contemporánea y que edificadas en la misma ciudad no rompen de modo alguno la continuidad plástica que las envuelve. Es que los hombres que dirigen el SPHAN (Lucio Costa es su presidente) comprenden que la misión de tales organismos consiste en discernir sobre el verdadero valor de las construcciones que se hagan dentro del recinto histórico y cuidar que la verdadera tradición no se pierda.


Salvemos la Casa Neira

Días después de revisar recurrentemente las fotografías de la casa, asomó la preocupación por su futuro. Lo ocurrido en casos similares, siendo el de la Casa Huiracocha (Luis MiróQuesada, 1946-48) uno de los más lamentables, no deberíamos poner una vez más en riesgo la memoria de nuestra modernidad.

Por esa razón lanzamos la voz de alerta y hacemos un llamado para recibir adhesiones y sugerencias para la salvaguarda de la Casa Neira, dedicándola a un uso emblemático colectivo, relacionado a la arquitectura y el urbanismo, la profesión de fe de Eduardo Neira Alva.

21 de marzo del 2005.


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