El Portal Peruano de Arquitectura
 
     

<< REGRESAR A PÁG ÍNDICE










Plaza de Armas - Oleo de Rugendas


Por: Arq. José Beingolea del Carpio


Que la vivienda ha pasado a ser el emblemático proyecto gubernamental no merece ponerse en duda. Resta saber si será sostenible o sea, esencialmente exitoso en el plano de los logros reales.

El tema de la Vivienda gubernamental está dando cambios vertiginosos y sobre la marcha, así que nuestra mirada tiene que ser dinámica.

Empecemos señalando la ausencia de una interfase entre la voluntad política de reactivar la construcción a través de un programa sustentado en un crédito disponible, una normativa ultraliberal, y la necesidad de adecuar los costos a las características de un mercado deprimido.

La ausencia de esa interfase se da en ambas direcciones, en las premisas sobre las que el sector vivienda "diseña" el Plan, y también en las respuestas que vienen desde el lado de las promotoras y sus brazos técnocráticos: diseñadores y constructores.

A pesar que resulta notorio el abaratamiento sensible de los costos unitarios de construcción, ello se produce en el restringido nivel de la producción seriada, mientras más repetitiva más económica, y por los resultados muestra casi siempre la incapacidad y las limitaciones del diseño arquitectónico, que termina recurriendo al fácil expediente de la disminución de los estándares. Pero tampoco se ha calculado el impacto en el espacio urbano que muestra sin rubor los desencuentros con los tejidos preexistentes. Aquí la ausencia del manejo interactivo tipología arquitectónica-morfología urbana es flagrante.

A manera de ejemplo.

Para calibrar el desconcierto que existe en el ámbito profesional, mencionemos el reciente Concurso Nacional de Prototipos de Viviendas de Interés Social, organizado por el Colegio de Arquitectos del Perú, en el marco de la política del Ministerio de Vivienda, lo que ya de por sí resulta contradictorio pues el gremio se dedica a apoyar una de las más discutibles políticas del sector, la de continuar apostando por la promoción de la vivienda individual, en un medio donde el único sector capaz de socavar este modelo, es precisamente el sector público.

Lo que más extrañamos en las propuestas premiadas, es la ausencia de una creativa visión que integre, al mismo nivel especulativo, lo urbano y lo arquitectónico. Propuestas como el "jardín vertical" resultan persuasivos maquillajes delicadamente introducidos para tentar el éxito en la competencia, pero son absolutamente inconsistentes en el plano de la realidad. Suponemos que el jurado competente haya podido soslayar fácilmente este dislate, pero lo que parece insoslayable son las premisas sobre las que se ha trabajado la propuesta arquitectónica que encarna una diligente e irreflexiva militancia en la política de liberar los estándares normativos, que ponen entre paréntesis la calidad de vida y afectan directamente al ser humano, principio y fin de la arquitectura.
Los camarotes de los submarinos se han inventado hace ya buen tiempo, trasladarlos a la urbanización de interés social no constituye alternativa razonable, sino sólo el incomprensible esfuerzo para construir nuevos tugurios con apoyo del estado, del Colegio de Arquitectos y el "talento" de algunos diseñadores.

Donde los diseñadores deberían estar presentes es al momento de la elección tecnológica, sobre la que en cambio se decide convencionalmente o con poco nivel experimental, y es que ella no puede inventarse en el papel sino confrontarse , entre la obra, el laboratorio y el gabinete de diseño.

La convocatoria del concurso carecía de proyección, alcance y enfoque adecuados, revelándose así en los magros premios que reflejaban un nivel de valoración del diseño de prototipos -es decir de inventos-, en nuestra opinión insuficiente para alternativas atendibles.

Sin embargo, como afortunadamente ocurre, algunas soluciones premiadas reflejan una saludable intención de búsqueda que merecen encontrar mejores oportunidades y proyecciones.//


  REGRESAR ARRIBA