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Entrevista a Carlos
Williams José Pineda (JP): ¿Cómo se generó su interés en la arquitectura antigua del Perú? Carlos Williams (CW): Debo confesar que no recuerdo
ninguna circunstancia especial en la que pudiera haberse Iniciado mi interés.
Pienso, ahora que usted me lo pregunta, que siempre lo he tenido. Después
de todo soy chiclayano y siempre he estado cerca de huacos y de huacas.
Mi padre que formaba parte del equipo técnico de Don Carlos Sutton
en la Comisión de Irrigación de las Pampas de Olmos y Lambayeque;
perdió su puesto de arquitecto con todo el personal cuando el gobierno
de Sánchez Cerro abolió la Comisión. Después
fue Director del Museo Brünning de Lambayeque. En realidad fue su
segundo director y se encargó de organizar esa importante colección
en uno de los locales que la Comisión había utilizado: "La
Hotelera" la tienda que servía a los empleados de la Comisión.
Yo tenía apenas 7 años cuando ayudaba a mi padre a limpiar
cerámica y acomodar armarios. en el verano lambayecano. Las vitrinas
que hasta hacía poco tiempo había mostrado mantones de Manila
y vitrolas exhibían la cerámica y el arte antiguo de Lambayeque.
Quizá mi padre quiso aliviar a mi madre de los trajines del cuidado
de niños, quizá experimentaba su propio método de
enseñanza. No sé. No recuerdo haber roto ninguna pieza y
es probable que esa manera de acercarse a la arqueología haya generado
en mí una cierta actitud de respeto que todavía conservo.
Esto en lo que se refiere a los huacos. JP: En su recuento no ha mencionado usted el periodo de formación profesional ¿había en su época de estudiante interés por lo arqueológico en la Escuela?, o en cualquier caso ¿nota usted alguna diferencia entre el interés de su época de estudiante y el que ahora existe? CW: Recuerdo que el Ing. Romero Sotomayor nos contaba
que cierto pajarillo hacía su nido en la roca viva frotando con
su pico una hierba sobre las piedras y que quizá esa hierba fue
usada por los incas para pulir los sillares de sus muros. Recuerdo a alguna
que otra referencia de Héctor Velarde sobre la arquitectura aborigen
pero el texto de Fletcher y Calzada que seguíamos para Historia
de la Arquitectura no tenía referencia mayor a nuestra arquitectura.
Mí primera aproximación conciente, y que seguramente marcó
definitivamente mi interés por las arquitecturas regionales de]
Perú y por la historia, se dio en el viaje que regularmente programaba
la Universidad, debo decir la antigua Escuela de Ingenieros, para sus
alumnos de último año. Hicimos un viaje por tierra al Cusco,
Huancayo y la vuelta por Arequipa. Fue toda una experiencia. Fuimos marcados
por Macchu Picchu. Lejana está esa época en que la Universidad
le daba un regalo tan espléndido a sus estudiantes. JP: Usted se ha aproximado a la arquitectura arqueológica desde varios ángulos o perspectivas. Se ha interesado en el planeamiento antiguo, en la tecnología, en los estudios de la forma, en la astronomía y en otros asuntos ¿que lo lleva a Usted a este enfoque pluridisciplinario? ¿qué ventajas le encuentra a ese método? CW: Usted me sorprende. Yo no he pensado que me adscriba
a ningún método predeterminado. Tampoco estoy muy seguro
de tener una aproximación Interdisciplinaria. Soy un planificador
profesional y no puedo evitar referirme a la espacialidad de los fenómenos
sociales, ni dejar de reconocer sus características de localización
e intensidad, ni sus vinculaciones. Soy un arquitecto profesional y me
intereso en la forma, la funcíón, las tecnologías,
los mensajes de la arquitectura. Creo que siempre he estado interesado
en la astronomía. Cuando niño yo no tenía reloj,
como ningún otro niño de mi pueblo. Tampoco era muy necesario.
El reloj de la catedral de Chiclayo podía verse desde casi cualquier
lugar de la ciudad y se oían claramente las campanas. Mí
problema estaba en que de regreso del desayuno yo debía trepar
a un murete para ver el reloj. Para evitarme este trabajo y aprovechando
el infaltable sol de mi pueblo, yo había marcado con un lápiz
las sombras de una saliente del muro que me permitían saber cuánto
tiempo faltaba para las 8.30 hora de entrada al colegio. Cuando comencé
a preocuparme porque variaba la sombra se terminó el año
escolar y también mi interés. JP: ¿Cree usted que su conocimiento de la arquitectura antigua ha in fluenciado en su producción arquitectónica? CW: Soy mal teorizador y muy poco dogmático. Me confieso ecléctico. No creo haber buscado concientemente ninguna aproximación a las arquitecturas aborígenes del Perú. Al no ser teorizante no puedo saber si alguien mejor dotado que yo pueda hallar algún nexo. Me he planteado la arquitectura como un enfoque específico para cada caso y como un problema de contexto. No sé ni en qué modo, ni en qué forma pueda haber sido influenciado por las viejas arquitectuturas del Perú. En verdad, recién ahora estoy entendiendo su naturaleza y sus valores. JP: Sobre ese último tema ¿qué les diría usted a los jóvenes sobre el valor de la investigación del pasado arquitectónico andino? CW: Las universidades norteamericanas, y en grado menor
las de algunos otros países, han realizado Importantes trabajos
de Investigaci6n arqueológica en el área andina como parte
de su trabajo académico. Mucho de este valioso material no está
al alcance de los investigadores peruanos que tienen acceso limitado a
las bibliotecas de las universidades y de otros centros auspiciadores
de tales actividades. También es verdad que tanto los temas investigados
-como los lugares escogidos para estudio obedecen, como es natural, a
los intereses académicos, profesionales, o de otra índole
de los investigadores y de sus auspiciadores. Sin dejar de insistir en
que los aportes de ese numeroso, contingente de técnicos y estudiosos
ha sido, y continuará siendo, particularmente valioso y fundamental
para la expansión del conocimiento del pasado andino, pienso que
las universidades y los centros de estudio locales deberán preparar
sus propios proyectos de investigación y escoger los temas y los
asuntos de su interés. Esta decisión es importante a mi
juicio. Y lo es, no porque crea que el pasado peruano les pertenece exclusivamente
a los peruanos, por el contrario, considero que la cultura es un patrimonio
universal y que nadie puede arrogarse, ni aún los propios peruanos,
los derechos exclusivos de su estudio, como tampoco nadie tiene derechos
de concesión, ni peruanos, ni extranjeros, para destruir el patrimonio
monumental. No me anima un espíritu chauvinista. Considero, como
en otros campos, que el desarrollo de la ciencia es inviable si se sustenta
en la dependencia y que requiere alimentarse en el interés propio
para perdurar y crecer. Considero también que el conocimiento del
pasado andino no es para nosotros solamente un asunto de carácter
académico como lo puede ser para otros investigadores. Sirve también
para sustento JP: En referencia al aporte de los arquitectos en el estudio de la historia usted ha sugerido que las formas arquitectónicas tienen valor como filiación y diagnóstico cultural ¿en qué fundamenta usted su afirmación? CW: Me parece que ha ocurrido lo contrario a lo que
podría inferirse de su pregunta. Yo no he partido del concepto
apriorístico de que las formas arquitectónicas representaban
necesariamente elementos para la filiación cultural y el diagnóstico.
He encontrado que esto ocurre así, y así lo he aceptado.
Mi propia formación me ha conducido a acercarme al estudio del
pasado andino tanto desde un enfoque regional, es decir con una visión
que se extiende más allá de un solo sitio arqueológico
y que comprende el espacio circundante y las relaciones con otras ocupaciones
o sitios, cuanto por mi interés en los estudios de arquitectura
comparativa. Una visión regional reconoce que los establecimientos
humanos y los edificios de servicio a las colectividades o de especialidad
funcional se dan en forma de redes con articulación y jerarquía.
La forma, el tamaño y la localización relativa adquieren
significado si se los observa desde esa perspectiva. La configuración
de un edificio, su forma, no es aleatoria. Responde a requisitos funcionales
y de superestructura. Un análisis de las formas permitirá
establecer similitudes y divergencias que también son significativas
desde el punto de vista cultural. La difusión de un patrón
formal, de uno o de varios prototipos arquitectónicos y urbanísticos
sobre un determinado territorio significará entonces la difusión
de un cierto patrón cultural sobre ese mismo espacio. Como ve usted
es una cuestión de deformación profesional y de aplicación
a los estudios históricos de lo JP: Sobre ese mismo tema de la deformación profesional ¿qué importancia le otorga usted a los estudios históricos en la formación de los arquitectos en el Perú? CW: Creo que para los peruanos en general, y naturalmente
para los arquitectos, los estudios de la historia local no son solamente
cuestiones de cuIturización o de adquisición de erudición
, tampoco son de carácter Instrumental que puedan servir para ilustrarlos
en el uso de formas decorativas o de estilos arquitectónicos, a
pesar de que ciertas tecnologías aborígenes son todavía
útiles y plenamente recuperables. Es más bien una cuestión
de identidad, de afianzamiento de la personalidad local, regional y por
suma de la conciencia nacional. He sido cuidadoso en subrayar la necesidad
de alentar, mediante la historia, las Identidades locales y regionales.
Considero que el Perú debe ser todavía construido sobre
la base y reconocimiento pleno de la personalidad de sus distintos ámbitos,
regiones y localidades; sin una base local fuerte el Perú seguirá
siendo una entelequia para un amplio sector de su población. La
arquitectura y la historia de la JP: ¿Cómo ve usted la arquitectura prehispánica del Perú en relación a la arquitectura de otras regiones? CW: Como lo ha propuesto lúcidamente Luis G.
Lumbreras, el Perú no existía cuando se producía
en las tierras que ahora tienen ese nombre la arquitectura prehispánica.
Creo con él que es más propio hablar de arquitectura andina
o de arquitectura centro-andina para referirse a la producción
arquitectónica local. La historia de la arquitectura en el lo que
ahora llamamos Perú tiene quizá 7000 años de antiqüedad
y durante ese lapso ha influenciado y a su vez recibido la experiencia
y el aporte de numerosas naciones andinas. JP: Dejando de lado, si fuera posible, cuestiones de gusto es evidente que la arquitectura pre-hispánica es fundamentalmente diferente a la arquitectura contemporánea. Si ese fuera el caso ¿cuáles son las diferencias? ¿tienen esas diferencias relación con la coherencia de la arquitectura con la cultura que la produce? CW: Creo que a muy pocas personas puede gustarles la arquitectura antigua de los andes para reproducirla. Creo que usted ha expresado correctamente la idea central de este tema. La coherencia eterna de una arquitectura y sus relaciones contextuales son susceptibles de ser apreciadas como valor e indudablemente añaden calidad a la producción arquitectónica. No me atrevo a emitir un juicio ni un calificativo global sobre la producción arquitectónica contemporánea en el Perú, pero puedo afirmar que buena parte de la misma se produce fuera de contexto, no solamente en relación a lo visual sino también en cuanto a lo social. Después de todo la sociedad peruana muestra todavía graves signos de fragmentación e incoherencia y su producción arquitectónica corre una suerte pareja. La arquitectura aborigen nos parece ahora desde la distancia en que la observamos mucho más coherente. No sé si hubiéramos emitido el mismo juicio hacen 5 o 6 mil años. No cabe duda, sin embargo, en sus valores de contextualidad, de concordancia con el paisaje y de uso razonable de recursos y de tecnología. Todavía nos quedan lecciones por aprender de los viejos arquitectos andinos sobre los temas de contexto, tecnología y coherencia. Probablemente las diferencias entre las arquitecturas que usted señala reflejan efectivamente diferencias en cuanto al grado de coherencia cultural entre los productos aborígenes y nuestros más recientes productos de ensamblamiento de importaciones culturales. Visto de esta manera el problema que enfrenta la arquitectura peruana, y en mayor manera, ustedes los jóvenes es de proporción, mayor. El pasado ya es irrecuperable en cuanto a formas y estilos y el presente ofrece material poco útil. No hay más remedio que comenzar de nuevo. La historia demuestra que los arquitectos andinos lo han hecho repetidas veces. Creo que ustedes lo lograrán otra vez en la medida que acepten ser andinos pero, naturalmente, andinos en un mundo abierto y camino al siglo XXI. JP: Se ha perdido mucho de la arquitectura nativa y lo poco que queda corre riesgo de perderse. Hay algunos restos que han quedado atrapados por el crecimiento urbano y que son reclamados por pobladores y algunas autoridades para usos de vivienda u otras necesidades edilicias, mientras que otros sectores de opinión se pronuncian sobre su conservación adecuada porque tienen valor testimonial y símbolo de la permanencia de las culturas aborígenes ¿que opina usted al respecto? CW: Creo que su pregunta es tendenciosa, contiene ya la respuesta. Es penoso reconocer que el interés por los valores de las culturas aborígenes ha despertado muy tardíamente en nuestro medio. Aún si se tiene en cuenta la fragilidad de algunos de los restos de arquitectura antigua del Perú, esa arquitectura ha demostrado una notable fortaleza. Ha resistido 300 años de gobierno colonial Con manifiesto interés específico en destruirlos y 166 años de gobierno independiente diseñado para defender los intereses de los herederos del poder español, muy poco Interesado en reconocer tanto su raíz andina como los productos de las culturas aborígenes. Han resistido también las recurrentes catástrofes naturales que periódicamente asolan estas tierras geológicamente jóvenes. No creo que su naturaleza sea lo suficientemente firme como para resistir por sí sola el empuje del crecimiento urbano. Necesitan apoyo. La tarea es urgente. No solamente es preciso inducir en la autoridad débil conciencia para ejercer con propiedad y fuerza las acciones de defensa y protección que le corresponden sino también convocar a la Sociedad Civil hacia el mismo objetivo. Las huacas y montículos que ahora son usados como letrinas, basural y depósitos de desmonte pueden Iimpiarse y sin gasto mayor acondicionarse a su calidad de testimonio y símbolo. Testimonio de las obras de los pueblos aborígenes que supieron construir una respuesta exitosa a las restricciones del medio local y símbolo de su permanencia en el tiempo. Si tales obras se emprenden con el apoyo de las comunidades y se hacen parte de una política sostenida podrá generarse el impulso y la respuesta social que ahora falta. Pero hay que hacerlo pronto y a ustedes los jóvenes les corresponde este encargo. JP: Hace un momento usted se refírió a la posibilidad de rescate tecnológico ¿qué considera usted que es todavía útil de la tecnología constructiva antigua? CW: Si esa pregunta me la hubiera usted hecho hace unos diez años le hubiera contestado que muy poco, ahora debo decirle que mucho. En es lapso he aprendido, como muchos otros que el Perú no va a seguir la senda del progreso que hace 10 años pudo imaginarse. No va a poder calcar su imagen del de las naciones centrales y ricas de occidente. No va tener los medios para hacerlo pues en lo que resta del siglo no podrá acumular el capital que tal camino demanda. Va a tener que aprender a vivir con su pobreza y deberá utilizar sus propios recursos para avanzar y sostenerse. Por eso tengo ahora que contestarle que hay mucho que aprender de la historia. Es bueno recordar que en el espacio andino central, terreno agreste y difícil, se llevó a cabo un experimento social y político exitoso y sustentar mejor nuestro optimismo ahora decaído, sin dejar de considerar que la historia no es circular y que los tiempos idos ya no vuelven y que tendremos que inventarnos un futuro. Es bueno saber que el ingenio y la capacidad creativa no se encuentran limitados por los materiales simples, y a veces humildes, que el medio ofrece. Si con esos materiales se hizo una vez arquitectura noble podía también hacerse otra vez. De la tecnología constructiva antigua nos queda tanto su actitud como la práctica del manejo del barro, de la piedra, de la madera y del paisaje. JP: ¿Quisiera usted agregar algo más? CW: No me ha dejado usted mucho que pueda agregar. Me ha hecho usted hablar demasiado. Solamente quisiera recordarle, como lo ha dicho recientemente don José León Barandiarán que en el presente está el futuro en estado de preñez, como a su vez estuvo el presente en ese mismo estado en el pasado. En otras palabras, estamos ahora construyendo el futuro. Lo que usted hace al Interesarse por la historia es anudar los lazos rotos y prepararnos un futuro consecuente con la misma. No creo que sea posible salir del remolino en el que estamos atrapados mientras no volvamos a aprender a ser andinos. |
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